Una aproximación a la Menorca Talayótica

Los yacimientos que conforman la llamada Menorca Talayótica son el testimonio más claro de cómo el uso de la piedra ha configurado el paisaje de la isla.

La propia denominación del archipiélago da cuenta de la importancia que el uso de la piedra tuvo en estas comunidades. Y es que «balear» significa algo así como «maestro del lanzamiento», término con el que se conocía a los honderos de las islas, guerreros altamente cotizados entre los ejércitos cartagineses y romanos.

Estos son hechos históricos, pero también existen numerosas leyendas que confirman el protagonismo de la piedra en el imaginario colectivo. Uno de los mitos populares dice que juntando los casi 11.000 km de pared de piedra seca que se calcula que hay en toda la isla se podría dar la vuelta al mundo… Otro explica que las taulas y los talayots que dan forma a la Menorca Talayótica fueron obra de los gigantes, antiguos pobladores de la isla…

El protagonismo de la piedra

La mejor expresión de este culto por la piedra es, sin duda, la Menorca Talayótica, cultura megalítica prehistórica que sorprende por la monumentalidad, densidad –se calcula que hay cerca de 1.500 yacimientos– y excelente estado de conservación de las construcciones que han llegado hasta nuestros días.

Éstas se levantaron disponiendo grandes piedras unas sobre las otras sin utilizar ningún tipo de mortero. De algún modo, se podría decir que este método constructivo ha llegado hasta nuestros días con la técnica de la pedra en sec.

Esta arquitectura megalítica, que se desarrolló entre la Edad de Bronce y la conquista romana, consta de una tipología muy diversa de construcciones en función de la datación histórica.

El nacimiento de la cultura talayótica

Los primeros testimonios de la Menorca Talayótica pertenecen a la época dolménica (2100-1600 a. C.) y son, en general, de uso funerario. Destacan los sepulcros megalíticos con una cámara y un corredor de acceso. El mejor ejemplo —y el más antiguo de la isla— es el de Ses Roques Llises.

Las siguientes etapas son la naviforme (1600-1050 a.C.) y la prototalayótica (1050-850 a. C.). A lo largo de estos periodos empiezan a aparecer los primeros asentamientos estables y destacan las navetas de habitación, para los vivos, y las navetas de enterramiento, para los muertos. Se trata de construcciones en forma de nave invertida que son únicas en el mundo. La más emblemática y el yacimiento más visitado es la Naveta dels Tudons, en Ciutadella.

Las etapas centrales de la Menorca Talayótica

Coincidiendo con el final de la Edad de Bronce y el inicio de la Edad de Hierro, las comunidades humanas empiezan a experimentar grandes cambios.

Durante la etapa talayótica (850-550 a. C.) se abandonan los pequeños asentamientos de navetas y se construyen grandes poblados. Éstos se articulan alrededor de construcciones monumentales de carácter público en forma de torre: los talayots. En Menorca hay entre 300 y 350 talayots, los más espectaculares se pueden ver a Cornia Nou, Torelló o Trepucó.

Hacia el talayótico final —mitad del primer milenio a.C.— surge un nuevo tipo de edificio: el recinto de taula, de carácter ritualista o festivo. Las taulas están compuestas por dos enormes losas rectangulares en forma de T y son, junto con las navetas, otra de las construcciones megalíticas exclusivas de Menorca. Los mejores ejemplos los encontramos en Torralba d’en Salort, Trepucó o Torretrencada.

Entre los yacimientos de la Menorca Talayótica también destacan las cuevas de enterramiento (1450 y 800 a.C.), que forman necrópolis tan majestuosas como la de Cala Morell y Calescoves. O las salas hipóstilas, con diferentes columnas mediterráneas en el interior, como el Galliner de na Madona en Es Migjorn Gran.

Todos estos yacimientos conforman una de las culturas prehistóricas más interesantes del Mediterráneo y dan solidez a la declaración de Menorca Talayótica como Patrimonio Mundial de la UNESCO.