Aceite de oliva, el oro líquido de Menorca

El aceite de oliva, uno de los tesoros gastronómicos de las regiones mediterráneas, empieza a echar raíces en Menorca. En los últimos años, varias fincas agrarias se han iniciado en el cultivo del olivo o han ampliado la superficie dedicada a él. Según la información facilitada por la Asociación Oli de Menorca, a día de hoy hay más de 80 hectáreas plantadas y una veintena de productores.

En línea con el camino realizado por el vino de Menorca, el aceite de oliva virgen extra también está experimentando una tendencia ascendente, tanto en términos cuantitativos como cualitativos. A ello contribuyen las características diferenciales que se le atribuyen, en gran parte determinadas por unas condiciones geoclimáticas únicas.

El aceite de oliva de Menorca está inscrito en el Catálogo de Alimentos Tradicionales de las Illes Balears.

Menorca, una zona de producción óptima

La isla de Menorca, localizada en el centro del Mediterráneo occidental y con una alta insolación –al año se superan las 2.700 horas de sol–, reúne las condiciones climáticas ideales para el cultivo del olivo y la elaboración de aceite de oliva, un alimento básico de la dieta mediterránea y muy presente en la cocina menorquina.

Las plantaciones – dedicadas principalmente a las variedades arbequina, picual, koroneiki, empeltre y cornicabra y con una densidad que no supera los 300 olivos por hectárea cultivada– se encuentran en las zonas llanas, a cotas muy bajas, próximas al nivel del mar y expuestas a los efectos del viento de tramontana. Los suelos sobre los que crecen son generalmente calcáreos, ricos en carbonatos y con profundidades y nutrientes suficientes para el buen desarrollo de los árboles y sus frutos.

A ello se suma la elevada mineralidad causada por la sal marina que se desplaza por la acción del viento y el alto número de horas de sol, que favorecen un alto contenido en componentes aromáticos propios. El aceite de Menorca se caracteriza, de hecho, por sus aromas afrutados y sabor con toques picantes y amargos, así como por sus atributos de plátano, alcachofa, almendra y nueces. En relación a las características químicas, destaca por tener una acidez y un índice de peróxidos bajo y un elevado contenido en polifenoles.

Recolección y elaboración

La recolección de las aceitunas, verdes y con escasa pigmentación, se hace desde finales de septiembre hasta el mes de diciembre –las fechas varían en función de las condiciones climáticas que haya habido durante todo el ciclo productivo. Se realiza de forma mecánica mediante vibradores –individuales o de tipo paragua invertido– evitando el contacto con el suelo.

En las almazaras se hace la selección y clasificación de las aceitunas, que se muelen a las pocas horas de la cosecha. El proceso se lleva a cabo a baja temperatura, lo que también contribuye a bajar la acidez del aceite.

Actualmente, los elaboradores de aceite de oliva virgen extra, uno de los productos Made in Menorca más representativos, son Llucasaldent Gran, Malbúger Nou, Morvedra, Pont Modorro, Sant Joan de Binissaida, S’Olivaret, Son Felip y Torralbenc. Para más información, os invitamos a visitar la web de la Asociación Oli de Menorca.

El aceite de oliva, un alimento con historia en Menorca

La relación de la isla con el «oro líquido» viene de lejos. El descubrimiento de un molino y unas instalaciones del siglo II a.C. en unas excavaciones realizadas en Alaior confirmó que en época romana ya se elaboraba aceite de oliva en Menorca. Se cree, sin embargo, que el cultivo de olivos era escaso en aquella época y la producción insuficiente para el consumo interno.

Siglos después, en época islámica, se continuaba produciendo aceite en la isla, como lo prueba el hallazgo de diferentes molinos y estructuras. Algunos topónimos, como la Cova de s’Oli (Alaior) o Son Olivaret (Ciutadella) nos remiten también a esta tradición.

Se tiene constancia de la existencia en el siglo XIV de un diezmo del aceite. Su gran incremento, que pasó del 15% al 70% en 1329, contribuyó a que los payeses abandonaran el cultivo del olivo, provocando una disminución drástica en la producción autóctona. No fue hasta el siglo XVI cuando se produjo un avance que se llegó a consolidar y alcanzar su cota más alta en el siglo XVIII.

La crisis económica que sufrió la isla a partir de 1820 provocó una notable reducción, hasta el punto de que en 1862 solo había una finca en condiciones de proveer a los mercados de Maó, Ciutadella y Alaior. En el siglo XX, afectado por una nueva crisis económica, la Guerra Civil, la posguerra y el éxodo agrario, tampoco se darían las condiciones para recuperar de forma decidida su cultivo.