De ruta por las principales fortificaciones de Menorca

Castillos, atalayas, torres artilladas, baterías militares… Las fortificaciones que encontramos a lo largo del litoral nos hablan del agitado pasado de Menorca, unas de las plazas de mayor valor estratégico del Mediterráneo occidental.

Los episodios vividos en el convulso siglo XVIII, en el que se sucedieron las dominaciones británica, francesa y española, son la prueba más clara del papel que jugaba la isla balear en el mapa internacional.

Pero no fueron los únicos. A lo largo de la historia, Menorca ha vivido numerosos acontecimientos, en forma de ataques e invasiones, que han motivado la construcción de diferentes elementos defensivos, la mayoría de ellos en la costa.

Hoy en día, estas edificaciones forman parte del patrimonio cultural de la isla. Y, aunque pueda resultar sorprendente, también del patrimonio natural. En efecto, el Camí de Cavalls también tuvo una función defensiva en su origen.

Hemos preparado una ruta por las principales fortificaciones para poder apreciar la importancia que tuvo Menorca como territorio estratégico a lo largo de la historia.

Las fortificaciones del puerto de Maó

El puerto de Maó fue una de las plazas más codiciadas del Mediterráneo desde los tiempos de Roma e, incluso, antes. Las construcciones que han llegado hasta nuestros días pertenecen, sin emabrgo, a los siglos XVI, XVIII y XIX.

LA MOLA
La Fortaleza Isabel II, conocida como La Mola, fue una de las mayores fortificaciones europeas del siglo XIX. Sin embargo, quedó obsoleta al poco tiempo de inaugurarse. Fue construida entre 1848 y 1875 por orden de Isabel II como respuesta a la reactivación de las tensiones en el Mediterráneo. Consta de un frente poligonal dividido en dos tramos, el terrestre y el marítimo. Una de las estructuras más importantes es el hornabeque, primera obra defensiva de vanguardia. Tiene reconocido el uso cultural y acoge visitas durante gran parte del año.

FORT MARLBOROUGH
Situado en la Cala San Esteve, el Fuerte Marlborough fue construido entre 1710 y 1726 durante la primera dominación británica. Destaca por su singular arquitectura, excavada en la roca. El complejo dispone de un montaje expositivo que recrea la vida en el fuerte y nos permite revivir los ataques que sufrió, así como conocer la historia europea en el siglo XVIII.

CASTILLO DE SANT FELIP
A pesar de que hoy solo quedan los cimientos y la red de galerías subterráneas, el Castillo de Sant Felip llegó a ser una de las fortificaciones más importantes del Mediterráneo. Fue construido a mediados del siglo XVI por orden de Felipe II con el objetivo de defender la isla de ataques piratas, como el de Barbarroja de 1535. Durante el periodo británico fue ampliado hasta convertirse en una poderosa fortaleza. El monarca Carlos III ordenó su demolición después de recuperar la isla en 1782 para evitar que cayera en manos enemigas.

Más allá de Sant Felip: los castillos de Sant Antoni y Santa Àgueda

Además del Castillo de Sant Felip, otros dos castillos jugaron un papel importante en diferentes etapas de la historia de Menorca: el Castillo de Sant Antoni, en Fornells, y el de Santa Àgueda, en Ferreries.

CASTILLO DE SANT ANTONI
Con un siglo de diferencia, la historia de los castillos de Sant Antoni (1637-1677) y de Sant Felip (mediados del siglo XVI) es similar. Ambos fueron edificados para proteger la isla de los ataques piratas, muy frecuentes en los siglos XVI y XVII, y ambos dieron origen a dos núcleos de población: Fornells, en el caso del Castillo de Sant Antoni, y Es Castell, en el de Sant Felip. Uno y otro fueron demolidos a finales del siglo XVIII por orden de Carlos III. Actualmente quedan algunos restos que se pueden visitar mediante un circuito autoguiado.

CASTILLO DE SANTA ÀGUEDA
Las ruinas del Castillo de Santa Àgueda son uno de los pocos vestigios musulmanes que quedan en la isla (siglos X-XIII). Construido sobre una edificación romana anterior, su emplazamiento privilegiado, a 264 metros de altura, lo convirtió en una de las principales fortificaciones de la época musulmana. Fue el último reducto de la resistencia islámica durante la conquista de la isla por las tropas del rey de la Corona de Aragón, Alfons III.

Las fortificaciones más comunes: las torres de defensa de la costa

Las torres de defensa son la evidencia más clara del papel estratégico que jugó Menorca en determinados momentos de la historia. Especialmente prolífico fue el paso del siglo XVIII al XI. En este periodo se construyeron hasta catorce torres, once de ellas obra de los británicos.

TORRE DE FORNELLS
De entre todas las torres de defensa del litoral menorquín destaca la Torre de Fornells, una de las más grandes y mejor conservadas. Fue construida en 1802 para proteger la entrada del puerto de Fornells. Restaurada y abierta al público en el año 2000, cuenta con una exposición que explica cómo era la vida de los soldados en la torre y las características del edificio.

TORRE STUART
La Torre Stuart o d’en Penjat forma, junto con el Castillo de Sant Felip y el Fort Marlborough, un conjunto de fortificaciones militares de gran valor patrimonial. Fue construida a finales del siglo XVIII siguiendo la tipología de torre artillada que los ingenieros británicos denominaban Martello Tower.

CASTILLO DE SANT NICOLAU
Aunque recibe la denominación de castillo, en realidad es una torre de defensa. Fue construida a finales del siglo XVII para vigilar y proteger la entrada del puerto de Ciutadella de potenciales asaltos como el de 1558, cuando una escuadra turca arrasó la ciudad y devastó el campo menorquín. Se calcula que casi la mitad de la población de la isla murió o fue esclavizada. El impacto de aquellos hechos fue tan grande que todavía hoy se recuerdan como «el año de la desgracia».

La Torre de Sanitja, recientemente restaurada, la de Sa Torreta, en proceso de rehabilitación, y las de Alcalfar y Punta Prima son también excelentes ejemplos de la arquitectura defensiva de finales del siglo XVIII.

Baterías de costa, las últimas construcciones artilladas

Más recientes son las baterías de costa localizadas en diferentes puntos del litoral menorquín. Su construcción, a partir de 1926 y durante la II República, formaba parte del plan de artillado y defensa de las principales bases navales del país. Eran similares a las que armaban las más modernas unidades navales. Se trata, sin embargo, de instalaciones de difícil acceso, bien porque han acabado formando parte de propiedades privadas o porque se ha prohibido la entrada. Destacan las baterías de Favàritx, Llucalari, Son Olivaret, Biniancolla y Cavalleria.