Hauser & Wirth reabre sus puertas con Chillida y Roni Horn

Hauser & Wirth Menorca ha reabierto sus puertas con las exposiciones de dos grandes figuras del arte contemporáneo: Eduardo Chillida, uno de los más destacados escultores españoles del siglo XX, y la norteamericana Roni Horn, ganadora del Premio Joan Miró.

«Chillida en Menorca» y Roni Horn son las dos muestras que Hauser & Wirth Menorca ofrece en su cuarto año de estancia en la Isla del Rey. Podrán visitarse del 11 de mayo al 27 de octubre e irán acompañadas de un extenso programa educativo, que incluirá un Education Lab centrado en la pionera obra de Chillida en colaboración con el Museo Chillida Leku.

Con motivo del centenario del nacimiento de Eduardo Chillida y en colaboración con la Sucesión Eduardo Chillida, la muestra «Chillida en Menorca», celebra la profunda conexión del artista con la isla a través de una destacada selección de esculturas y obras sobre papel que incluye varias piezas creadas durante sus estancias en Menorca. Un total de 63 piezas que dialogan armónicamente con la luz natural de la galería y de la isla.

Por otro lado, Roni Horn presenta su primera exposición individual en Menorca, mostrando una selección de esculturas e instalaciones que también interactúan con los espacios históricos de la galería y el entorno natural.

Menorca, un estudio al aire libre para Chillida

El vínculo de Chillida con Menorca se creó a lo largo de todos los veranos que pasó en la isla desde 1989. En Quatre Vents, la casa familiar que estableció con su mujer Pilar Belzunce en Alcaufar, creó un estudio al aire libre, donde encontró un espacio tranquilo para trabajar sus esculturas en tierra chamota, rodeado de campos con muros de piedra seca.

Su hijo Luis Chillida, presente en la inauguración de la muestra, ha tratado de manera extensa la relación de su padre con la isla y la especial forma que tenía de producir desde aquí. «En la isla, “estando de vacaciones”, trabajaba de manera muy personal, sin ningún ayudante. Él controlaba todo el proceso y de aquí surgen obras verdaderamente singulares. Su exposición en Hauser & Wirth Menorca estaba predestinada y no podía haber quedado mejor», reconocía.

Chillida reinterpretó la dialéctica entre materia y vacío, positivo y negativo, espacio interior y exterior. De aquí que en la dirección artística de la exposición jueguen un papel destacado las bases de marés, la piedra emblemática de Menorca, ampliando la relación de las obras con el entorno. «De esta manera se diluye la frontera con lo que está afuera. Realmente, con esta disposición, tenemos la sensación que no hay diferencia con lo de afuera y lo de dentro, con el interior de la galería y la naturaleza —la gran musa de Chillida», comentaba Ignacio G. Chillida, hijo mayor del escultor vasco. Estas bases de apariencia flotante muestran el desafío del artista contra la gravedad, presente en la mayoría de sus piezas, una rebeldía contra el peso y una búsqueda permanente de una paradójica liviandad firme.

El nieto del escultor y director de desarrollo del Museo Chillida Leku, Mikel Chillida, también ha querido resaltar que la imperfección y rugosidad del marés conjuga con los materiales que utilizaba su abuelo. Él dejaba margen al material para que fuese lo que tenía que ser. Las imperfecciones cuentan la historia de las piezas y, de hecho, él buscaba todo aquello que está detrás de la belleza. La belleza era para él un límite». Mikel también precisó que Chillida utilizaba técnicas, como la forja del hierro, que le permitían dejar hablar al material, «este respeto lo enraíza aún más con la naturaleza, ya que el material está hablando su propio idioma».

La luz blanca del Mediterráneo

El concepto de la presentación, diseñado por el arquitecto Luis Laplace con especial atención a materiales locales, amplía el vínculo del artista con la isla y su entorno natural. Laplace reconocía durante la presentación, que «cada obra de Chillida es arquitectura, sobre todo por su forma de tratar la luz y el espacio».

Fue también en Quatre Vents, en un estudio con un ventanal con vistas al mar, donde trabajó en muchas de sus gravitaciones. En Menorca, Chillida se dejó inspirar por la luz blanca del Mediterráneo, en perfecto contraste con la «luz negra» propia de su País Vasco natal, tal y como él la describía.

El artista encontró inspiración en la luz de la isla, las monumentales canteras al aire libre de marés y los monumentos del periodo talayótico. «La luz de Menorca es magnífica. Esta isla tiene una historia preciosa, hay toda una cultura de la piedra muy interesante pero la isla también está llena de viento», explicó en su día el artista. Así lo corroboraba Laplace: «hemos tenido que repensar cómo él utilizaba la luz allá, en el País Vasco, y cómo se utiliza aquí». Esta luz que inspiraba al escultor marca la esencia del diálogo de Chillida con la isla, y de sus obras con esta exposición.

Con «Chillida en Menorca» podréis descubrir más de sesenta obras creadas a lo largo de medio siglo, desde 1949 hasta el año 2000, conociendo toda la dimensión de la trayectoria del escultor.

Sobre Roni Horn

Por otra parte, la aclamada artista Roni Horn, establecida en Nueva York y galardonada con el Premio Joan Miró en 2013, es conocida por articular su obra en torno al conceptualismo y desde medios muy diversos. 

La muestra, que ha sido presentada a cargo de la escritora e investigadora Isabel de Naverán, aglutina varias obras que interactúan de forma directa con las memorias, experiencias y pensamientos de aquellas personas que las visitan. Según Isabel de Naverán, «los estados mentales son parte del corazón de estas piezas».

Pese a la diversidad de medios de la que hace gala, sus obras aluden siempre a temáticas de largo recorrido que guían su permanente estudio poético sobre la naturaleza mutable de la identidad, el significado y la percepción. En general, la materialidad y la acuosidad de sus obras son una invitación a la atención pausada, a la paralización de lo frenético, e imponen una paradoja de ambigüedad y dualidad.

Una ambiciosa instalación de contundentes esculturas de vidrio fundido invita al público a presenciar la interacción entre la luz y el tiempo. La exposición, que ocupa la galería sur, recoge también piezas inspiradas en los versos de Emily Dickinson y obras en oro y cobre de series clave en las que la artista lleva trabajando desde la década de 1990.